25 de abril de 2012

El Peine del Viento

La primera vez que visite la ciudad de San Sebastián fue durante el verano de 2002. Recuerdo que en esas fechas murió el escultor Eduardo Chillida, por lo que recorrer el lugar conocido como el 'Peine del Viento', ese paraje privilegiado para la contemplación del mar al final de la playa de Ondarreta, adquirió para mi un valor sentimental.

Ahora recientemente he vuelto a Donostia y de nuevo he visitado la espectacular obra escultórica de Chillida donde el horizonte, las olas y el mar se funden con el paisaje, el arte y lo vasco.

"El Peine del Viento es una interrogación sobre el futuro, un homenaje al viento, al que admiro, y a mi pueblo el donostiarra". Eduardo Chillida
Este punto del litoral a los pies del Monte Igueldo, principio y fin de la urbe, rincón de parejas furtivas, en un tiempo anterior muelle de pescadores es "el lugar por donde el mar entra ya peinado a la ciudad".


Tres esculturas de 13 toneladas aferradas a la roca, que para cuya instalación Chillida llegó a pedir helicópteros a la Embajada estadounidense.

La colocación del Peine del Viento XV nombre oficial, de la obra constituyó un auténtico desafío a la naturaleza: tenía que soportar la bravura del mar.
Como le dijeron que no, con la ayuda del ingeniero José Elósegui construyó en 1977 un puente con raíles que, sorteando los temporales, se alzaba sobre el mar.

Al final estas 'pinzas de cangrejo' o 'raíces vegetales' agarradas a la costa se sitúan justo en el extremo opuesto de la bahía de la Concha, frente a la obra 'Construcción vacía' del tambien escultor guipuzcuano Jorge de Oteiza. Oteiza que acusó a Chillida de plagiar sus obras, hizo las paces con este en 1997 en el Museo Chillida Leku. Ahora sus obras enfrentadas conviven en la lejanía separadas por la mitad invisible:



Vía 1, 2, 3 y 4

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