Poca gente sabe que detrás de la invención de ese aparato que forma ya parte esencial de nuestra vida, el teléfono, se esconde una maravillosa historia. La historia de amor de
Alexander Graham Bell y su mujer
Mabel Gardiner Hubbart.
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Alexander y Mabel dos enamorados cogidos de la mano miran al mar en la Isla Sable de Canadá, año 1898. |
Mabel tenia solo cinco años cuando por un fuerte ataque de escarlatina quedo sorda de por vida. A los 17 años su padre la llevó a estudiar a la nueva escuela paras sordos
Graham Bell. Allí fue donde conoció a Alexander, logopeda escocés e inventor a tiempo parcial. Al principio fue un amor no correspondido.
Para Mabel, Alexander era sólo "
un tipo desgarbado, moreno, con los ojos y el pelo negro azabache, mal vestido y descuidado", "un hombre con el que nunca se casaría". Pero a pesar de su desinterés inicial, empezó a encariñarse y acabó locamente enamorada de su maestro en el habla.
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Alexander y Mabel besándose dentro de un cometa tetraédrica, octubre de 1903. |
Dos años después se casaron y el
señor Gardiner Hubbart padre de Mabel, primer presidente de National Geographic, acabó convirtiéndose en el principal promotor de las investigaciones de Alexander Graham Bell.
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Bell inaugurando la linea Nueva York - Chicago, 1892. |
Graham Bell contribuyó al desarrollo de las telecomunicaciones y la tecnología de la aviación. Durante mucho tiempo, Bell fue considerado el inventor del teléfono. Sin embargo no fue el primero en crear este aparato, sino el primero en patentarlo.
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Mabel probándose un traje de buceo junto a su marido inventor. |
Mabel a lo largo de su vida y pese a que la enfermedad le había afectado el
oído interno y el
sistema vestibular, fue una gran aventurera. Y aunque le resultaba muy difícil caminar en la oscuridad de la noche, siempre acompañó a su marido en sus innumerables viajes.
Su maravilloso romance apareció en la gran pantalla en 1939, en la película
El gran milagro:
En agosto de 1922 Alexander estaba muy enfermo, Mabel se aferró a su mano y le dijo:
"No me dejes". Él que ya no podía hablar respondió en el lenguaje de signos con un sencillo:
"No", fueron sus últimas palabras
. A su muerte y como homenaje todos los teléfonos de Estados Unidos dejaron de sonar durante un minuto de silencio en tributo al hombre que hizo posible tal invento.
Via Boing Boing:
Alexander Graham Bell, in love.
2 comentarios:
Me parece fantástico mostrar el lado humano de los grandes nombres de la historia de la humanidad. Muy interesante.
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Detrás de Meucci, verdadero inventor del teléfono, también hay una bonita historia de amor.
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