La "maja gorda" de Lucian Freud. (Pincha para ampliar). |
After Cézanne (Después de Cezanne). Fue su amigo el pintor Francis Bacon quien le animo a sumergirse con absoluta libertad en las exigencias del dibujo. Desde entonces cambió sus pinceles finos por cerdas más gruesas de pelo de marta. Sus pinceladas se volvieron rudas y angulosas sin que por ello traicionase su gusto por el detalle. Cuando trabaja es lento, puede incluso tener tres cuadros en proceso y sus sesiones para un retrato pueden tomar meses o años incluso. Pero su capricho más grande es limpiar el pincel después de cada trazo con una tela diferente, por eso en su estudio hay pilas de trapos que incluso aparecen en algunos cuadros de los años 80. El retrato se convirtió en su mejor expresión y sus modelos han sido familiares, amigos, amantes, niños y colegas. “Pinto gente no por lo que quieran ser sino por lo que son. El tema principal es autobiográfico”. Su biografía es bizarra: su primera esposa era sobrina de una ex-amante. Tiene nueve hijos con tres mujeres, aunque en el 2002 el Sunday Telegraph habló de 40 hijos ilegítimos, a los que reconoció cuando ya eran adultos. Nadie confirmó ni negó el rumor.
Sus hijas Isobel, Bella, Rose y Esther posaron desnudas (y vestidas) para él, quien no ha sido precisamente el padre modelo. “Cada vez que hacía un cuadro con él, juraba no volverlo a hacer pero lo repetía, era la forma de tener una relación con mi papá”, dijo Isobel. Todos los que han pasado por su estudio, incluso miembros de la nobleza británica, describen las sesiones como encantadoras, con mucha comida, bebidas e incluso le atribuyen a Freud un extraordinario carisma sexual. Además, cuentan que mientras pinta canta piezas de Cole Porter y recita sonetos de Shakespeare, en ocasiones se viste como soldado y de repente grita obscenidades. Fotografía de la reina Isabel II posando en una de las sesiones que tuvo con Lucian Freud. A la reina Isabel II, le hizo un retrato oficial que tardo 19 meses en acabarlo, de mayo de 2000 a diciembre de 2001.
Un minúsculo lienzo apenas de el tamaño de una postal, que hubo que ampliar dos centímetros para que cupiera la corona. El retrato fue considerado insultante por buena parte de la opinión pública británica: “poco favorecedor” (Daily Telegraph); “reflexivo, provocante y psicológicamente penetrante” (National Portrait Gallery); “doloroso, honesto, valiente, fuerte y visionario” (The Times), y “un travesti” (The Sun). Otros bromearon y dijeron que Freud merecía estar preso en la Torre de Londres. Pero al mismo tiempo es considerado el mejor retrato de un monarca que se haya hecho desde Goya.
La obsesión por observar y comprender le provocaba terribles dolores de cabeza, le impide trabajar sentado (desde hace cuatro décadas pinta de pie) y amargaba, como sigue amargando hoy, a sus modelos, a los que somete a jornadas de ocho horas diarias durante semanas o meses ininterrumpidos.
Lucian Freud sigue en su estudio de Holland Park, en Londres, madruga para pintar, silencioso y enigmático como ha sido siempre. Su vida ya está en sus pinturas.
Vía 1, 2, 3 y 4
1 comentario:
debe ser el retrato mas realista de la realeza!
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