Mientras se calienta poco a poco el ambiente olímpico -el día ocho de agosto arrancan los juegos en Pekín-, ahora se cumplen 100 años del maratón más recordado de la historia de los Juegos. Londres, 24 de julio de 1908.
Dorando Pietri, un pequeño atleta italiano, llega al estadio tambaleándose. Marcha primero, pero su estado es lamentable. Le quedan pocos metros para cruzar la meta. Imposible. Algunas personas le asisten y le ayudan a terminar. Horas después es descalificado.
El estadounidense Johnny Hayes, con un tiempo de 2 horas, 56 minutos y 18 segundos, recibió la medalla de oro, pero la fama fue para su rival, agasajado incluso por la Reina Alejandra. Aquel maratón también fue importante por otra razón: desde entonces, la distancia se establece oficialmente en 42,195 kilómetros -el trayecto entre el Castillo de Windsor y el estadio de White City-.
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