Los coches llegaron a la comisaría, se hizo entrar a los sospechosos, fueron fichados formalmente y de nuevo se les comunicaron sus derechos; después se les tomaron las huellas dactilares y se les hizo una identificación completa. Se encerró a los sospechosos en una celda provisional donde se les dejó con los ojos vendados para que meditasen sobre su suerte y se preguntaran qué habían hecho para meterse en semejante lío.
Los sospechosos habían contestado a un anuncio del periódico local que pedía voluntarios para un estudio de los efectos psicológicos de la vida en la cárcel. Queríamos ver cuáles eran los efectos psicológicos de convertirse en un preso o carcelero. Para ello decidimos construir una cárcel y después observar los efectos de esta institución sobre el comportamiento de todo aquel que estuviera entre sus paredes.
El estudio fue subvencionado por la Armada de los Estados Unidos, que buscaba una explicación a los conflictos en su sistema de prisiones y en el del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Se reclutaron voluntarios que desempeñarían los roles de guardias y prisioneros en una prisión ficticia. Zimbardo y su equipo intentaron probar la hipótesis de que los guardias de prisiones y los convictos se auto seleccionaban, a partir de una cierta disposición que redundaba en malas condiciones en tales situaciones.
Al final del primer día, los reos iniciaron una rebelión, sofocada brutalmente por los guardias. Para hacerse valer usaron extintores y agredieron a los reclusos. Y los guardias extremaron su celo. Aplicaron una reglamentación salvaje. Mezclaron premios y castigos de forma aleatoria. Desnudaron a los prisioneros. Controlaron el uso del lavabo. Obligaron a los presos a realizar flexiones y simular actos homosexuales. Les forzaron a limpiar las letrinas con las manos desnudas. Dividieron a los reclusos entre buenos y malos: argumentaron que los malos eran delatores, perjudicaban a los buenos y merecían sus castigos.
Durante la noche, creyendo que las cámaras estaban apagadas, muchos guardias extremaron la crueldad. Al menos un tercio de ellos, según los psicólogos, parecía disfrutar con los castigos y practicaba conductas que los catalogaba como «sádicos». Un amplio número de funcionarios solicitó realizar horas extraordinarias, sin paga.
El experimento se les fue pronto de las manos y se canceló en la primera semana.
Web oficial de El Experimento de la Cárcel de Stanford.
Wikipedia y articulo en el periódico El Mundo.
Philip Zimbardo relató esta experiencia en el libro "El efecto Lucifer".
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1 comentario:
Hay una pelicula alemana bastante buena, que trata este tema
http://www.imdb.com/title/tt0250258/
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