Durante el máximo esplendor de la Córdoba musulmana, la ciudad era un califato independiente de Damasco, la más floreciente, culta y poblada de Europa. En esa época se amplio la mezquita, y se la dotó de un patio con pórticos. A ocho kilómetros de la capital, se edificó el suntuoso palacio de Medina Azahara, en honor de una las favoritas de Abderramán III y para albergue de su corte.
El lujo oriental, las fuentes de mercurio, celosías de alabastro y elegancia causaban asombro de sus visitantes. Se llegó a sembrar con almendros todo el espacio que separaba Medina Azahara de la ciudad de Córdoba, para de esa manera con la caída de los pétalos, cada año recordara el efecto de una nevada que, según la leyenda había caído sobre la ciudad.
Recordando esas fuentes de mercurio de la época andalusí
Alex Calder escultor estadounidense ideo una para el
pabellón de la República Española en la Exposición Universal de París de 1937.
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La bandera republicana del pabellón español ondea entre las de los gobiernos totalitarios soviético y nazi. Ironía de la guerra fratricida que en esos momentos desgarraba España. (Ver vídeo). |
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Calder con su manantial de mercurio delante del Guernica. Julio de 1937. |
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Interior del pabellon donde se pudo ver por primera vez el Guernica junto a la fuente de mercurio. Se dice que en 1940, con París ocupada por los nazis, un oficial alemán, ante la foto de una reproducción del Guernica, le preguntó a Picasso que si era él el que había hecho eso. El pintor respondió: "No, han sido ustedes". |
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Pablo Picasso y Alexander Calder en el pabellón español hablan sobre la escultura liquida. |
Pese a las dificultades que ocasionadas por la situación de guerra y los pocos recursos de los que disponía el Gobierno, la participación española en el evento se convirtió en una oda a la causa republicana.
En plena guerra civil, la fuente tenía el valor simbólico de la riqueza minera de Almadén, codiciada por los nazis, que ayudaban a los franquistas. Fue exhibida junto al Guernica, de Picasso; El segador, de Joan Miró, y La Montserrat, de Julio González. Los visitantes tiraban monedas a la fuente, y al desmontarla, tras la Exposición Universal, había en ella 15.000 francos.
En la actualidad los visitantes de la
Fundación Miró de Barcelona pueden ver en funcionamiento la fuente que Calder donó en 1975, una replica de la original perdida. La empresa Minas de Almadén y Arrayanes, SA, presto indefinidamente a la Fundación Miró 6831 kilogramos de mercurio, valorados en unos 9000 €.
El carácter tóxico del mercurio obligó a habilitar un espacio cerrado desde el que puede contemplarse sin peligro el flujo del metal. A fin de que el mercurio fluya y no se fragmente, un sistema especial de climatización lo mantiene a una temperatura constante.
Observa la fuente en movimiento, toxica, irrepetible, inquietante pero cuyo lento fluir evoca aquellas fuentes de metal liquido en el lujo de los harenes de Al-Ándalus. Como aquel que estaba en la Córdoba del Califato occidental. Donde había unas 5.000 personas, con una jerarquía establecida del Imperio otomano: