22 de abril de 2016

Cuando el rey Felipe II prometió un robot por un milagro

Retrato de don Carlos, el príncipe cuya sanación llevó a la creación del robot milagro


Año 1562, el rey Felipe II necesita un milagro. Su hijo Carlos de Austria el príncipe heredero estudiando en Alcalá de Henares, se ha caído por las escaleras del Palacio Arzobispal, mientras perseguía a una sirvienta. Un traspiés que le causa heridas mortales, tan graves que los médicos de la corte llegan a desahuciarle, dándole apenas cuatro horas de vida.

Su padre, el rey Felipe II, a pesar de ser el hombre más poderoso en el mundo, no podía hacer nada frente a las terribles heridas en la cabeza de su heredero. Según cuenta la historia Felipe II prometió que si Dios salvaba a su hijo, él le pagaría con un milagro por otro milagro. 

Para la curación del joven príncipe de 17 años, se probaron todo tipo de tratamientos diferentes: sangrados, purgas etc. Incluyendo los remedios de un curandero morisco llamado Pinterete. También se llegó a meter en la cama la momia de Diego de Alcalá, fraile franciscano que había muerto 100 años antes y que se tenía por santo.

Grabado realizado por Cornelius Galle donde se representa como metieron la momia de Diego de Alcalá en la cama del Principe Carlos.
Finalmente se hizo llamar al prestigioso cirujano Vesalio que le realizó una trepanación. Contra todo pronóstico la arriesgada operación salvó la vida del Príncipe Carlos. Al día siguiente comenzó la extraordinaria recuperación. Una semana más tarde recobró la vista, la fiebre desapareció poco después, y en un mes, el príncipe estaba completamente curado. Este hecho se consideró un milagro y se hizo popular por Lope de Vega en su obra Comedia famosa, San Diego de Alcalá



Y cuando el joven se recuperó, el monarca mantuvo su promesa e hizo llamar al ingeniero, inventor, matemático, astrónomo y relojero real Juanelo Turriano para que construyese un homúnculo penitente en miniatura.

Frailes dominicos observando las evoluciones de dos autómatas junto a Carlos V en Yuste, Juanelo Turriano al fondo a la izquierda.

Un primigenio robot que con su simple presencia fuera considerado un milagro. Turriano que obtuvo en vida gran fama por su artificio, una espectacular máquina hidráulica y por la construcción de autómatas, fue el encargado de cumplir la misión real de hacer un milagro. 




Impulsado por un mecanismo de cuerda, el autómata tenia gran parecido con el monje San Diego de Alcalá y era capaz de moverse solo, caminaba dándose golpes en el pecho con su brazo derecho con el gesto del "mea culpa" de la misa católica latina, mientras subía y bajaba la otra mano con una pequeña cruz de madera y un rosario.


Mientras, giraba y movía la cabeza, abriendo y cerrando la boca como si rezase en silencio exequias o letanías por un difunto. También de vez en cuando, él milagroso 'robot' acercaba la cruz a los labios y la besaba.



En la historia de la tecnología europea, el monje es un ejemplo temprano y muy raro de un autómata de acción automática, cuyo mecanismo está totalmente escondido dentro de su cuerpo. Una máquina de oración que estaba destinada a ser su milagro terrenal.


Obra de ingeniería creada por el gran Turriano, y cuya extraña presencia hace más de 450 años causó una gran sorpresa.


El sorprendente artilugio precursor de los robots de hoy en día, que parece fuera de su tiempo, se guarda en muy buen estado de conservación desde finales de los años 70, en los almacenes del Museo Nacional de Historia estadounidense en Washington D.C., administrado por la Institución Smithsonian.


Pese al milagroso robot finalmente el príncipe, moriría a los 23 años de edad. Los daños cerebrales agravaron su temperamento impulsivo y violento. Don Carlos durante su corta vida tuvo un carácter cambiante que le hizo cometer excesos, como mandar incendiar una casa desde la que le habían tirado aguas sucias que le mancharon o arrojar por una ventana a un paje cuya conducta le había molestado.

Busto en mármol de Juanelo Turriano realizado por Alonso de Berruguete, Oficina Española de Patentes y Marcas.


Juanelo Turriano es recordado sin embargo por otro autómata, el conocido como Hombre de Palo, que según la leyenda iba cada día desde la casa de Juanelo al palacio arzobispal por la calle toledana que todavía guarda su nombre, de donde volvía con comida para su ya anciano constructor.

El final de Juanelo, que prácticamente le llevó a la tumba, era que nadie quería pagar su artificio para llevar agua del río Tajo: el Ayuntamiento de Toledo porque no recibía las aguas y el ejército porque no había firmado ningún contrato. Juanelo Turriano acabó arruinado y aplastado por la burocracia de la época seguramente porque nadie valoró debidamente su obra.

Una increíble historia que bien podría ser un capítulo de la serie del Ministerio del Tiempo, con Felipe II, su hijo el príncipe heredero, el sagrado fiambre de un santo, Lope de Vega el Fénix de los ingenios, llamado por Miguel de Cervantes Monstruo de la Naturaleza, el gran inventor olvidado, Juanelo Turriano el da Vinci al servicio de la corte española y un robot milagroso del siglo XVI.

+Info Clockwork Prayer: A Sixteenth-Century Mechanical Monk

Vía 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7

Entradas relacionadas en Meridianos:
El Cisne de Plata, un autómata del siglo XVIII
El sepulcro de un bufón en la Catedral de Barcelona
Alexander Graham Bell el inventor enamorado
Bezoar, la piedra mítica
El lugar donde acaban los reyes: El Pudridero
La ingeniosa forma de como Federico II el Grande popularizó el cultivo de la patata
El trono de cuerno de unicornio del Reino de Dinamarca
"Mi reino por un remedio para las hemorroides" Felipe el Hermoso

2 comentarios:

MehMeh dijo...

El artículo dice que el robot se encuentra en Estados Unidos, en el la Institución Smithsonian, y en buen estado, pero en la Wikipedia pone que fué quemado.:S

Un saludo

Toni dijo...

Se nota que no se leyó el artículo...